En una sociedad caracterizada por el reinado de las modas, se expande a gran velocidad la cosmeticorexia: una obsesión disfrazada de tendencia que afecta tanto a mujeres como a hombres.

El miedo a envejecer incita a buscar soluciones rápidas que aporten resultados visibles y perfectos en cuestión de pocas semanas. Fruto de ello, el gasto compulsivo en cosmética ha aumentado considerablemente al unísono de la creencia en los cambios profundos en tiempo récord.

Si bien es cierto que un cosmético tiene como fin limpiar, perfumar, proteger, mantener en buen estado y, más popularmente conocido, modificar el aspecto, no se puede pasar por alto que los resultados comenzarán a ser visibles en la gran mayoría de los casos a los 28 días de uso diario, tanto por la mañana como por la noche. Nadie es capaz de rejuvenecer diez años de golpe.

La hidratación, nutrición, luminosidad y suavización de las arrugas necesitan semanas de trabajo. Las cremas necesitan superar una fase previa, basada en descubrir su afinidad con la piel del rostro (sensible, con tendencia acneica, graso, seco, etc.), así como medir la compatibilidad con el resto de cosméticos que el consumidor tiene a su disposición.

Cuanto más... ¿mejor?

Definitivamente no. En belleza se mide la calidad, es decir, cuánto mejor, mejor. No por realizar un smothie (viral en redes sociales como TikTok) con veinte cremas, leches, sérums, aceites… vas a tener una piel más saludable.

Comprar cantidades ingentes de cosmética es un problema que acecha incluso a las generaciones más jóvenes, por lo que la educación de la piel acorde a la edad, la selección consciente de los productos y el establecimiento de un orden lógico en la rutina de skincare se muestran esenciales.

Hoy ya son muchas las marcas que apuestan por añadir recomendaciones en cuanto a la edad de uso en sus packaging, sobre todo en los casos de cosméticos formulados con retinol y otros remedios antiedad.

Los pasos más determinantes para lucir una piel bonita son: limpieza, tonificación e hidratación, por lo que lo demás es secundario. Todo ello unido a la constancia (diurna y nocturna), pero también a la conciencia y comodidad con la edad y la piel.

¿Existen tratamientos?

La vía más recurrida es aquella que acude al asesoramiento de profesionales de belleza. Estos están formados y preparados para esclarecer un diagnóstico de la piel y asesorar al cliente con los productos que más beneficios le pueden aportar. Asimismo, puedes encontrarlos en diversos estéticos e incluso ofreciendo talleres didácticos sobre beauty.

Existe otro camino orientado al apoyo psicológico, de la mano de profesionales especializados, que indagará en el desencadenante de esta adicción, así como en técnicas y consejos que fomenten la racionalidad de la persona.