La Eurocámara vota a favor de nuevas medidas a los fabricantes cosméticos y farmacéuticos

En el pleno del 10 de abril, el Parlamento Europeo aprobó nuevas medidas para mejorar el tratamiento y la reutilización de las aguas residuales

17 de Abril de 2024
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NIB Artículosentradas a retocar   2024 04 17T160638.200
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Los fabricantes cosméticos y también los de la industria farmacéutica tendrán más responsabilidad a la hora de cuidar el tratamiento de las aguas residuales. El pasado 10 de abril, se celebró un nuevo pleno en el que se aprobaron nuevas normas para mejorar el tratamiento y la reutilización de las aguas residuales urbanas además de ampliar el ámbito de aplicación de la directiva. 

La directiva contó con un total de 481 votos a favor, 79 en contra y 26 abstenciones, aunque el Consejo aún debe refrendar el texto. En 2035, las aguas residuales urbanas se someterán a un tratamiento secundario que consistirá en eliminar la materia orgánica biodegradable, antes de ser vertidas al medio ambiente, en todas las aglomeraciones del tamaño de 1.000 habitaciones equivalentes. 

Tal y como se recogía en el borrador, los fabricantes farmacéuticos y de cosméticos tendrán que pagar por el proceso de eliminar la microcontaminación en el tratamiento de las aguas residuales urbanas. Los dos sectores deberán sufragar conjuntamente al menos 80% de los costes adicionales que conllevará la limpieza. 

Como señala el medio de comunicación especializado en belleza, 'Premium Beauty News', e, el paquete de medidas aprobado recientemente, establece el principio de "quien contamina paga" al imponer mayores contribuciones de las industrias farmacéutica y cosmética. Según la UE, el 59 por ciento de los microcontaminantes en las estaciones de tratamiento de agua provienen de productores farmacéuticos y el 14 por ciento de cosméticos.

Estos dos sectores deberán sufragar el 80% de las inversiones adicionales necesarias para eliminar los microcontaminantes, mientras que el 20% restante correrá a cargo de los Estados miembros. En un principio, la Comisión Europea quería que la industria encargada de manchar o contaminar las aguas cubriera la totalidad de los costes, pero redujo sus exigencias para evitar un impacto financiero en los laboratorios que afectara indirectamente a los precios de los medicamentos, con consecuencias imprevistas sobre la disponibilidad, asequibilidad y accesibilidad de los productos.