Neuroliderazgo y auto-neuroliderazgo en entornos de incertidumbre y cambio: entrevista con Juan Bartra

Juan Bartra, fundador de Propósito y Compromiso, nos explica las claves del neuroliderazgo en momentos de cambio continuo e incertidumbre

19 de Diciembre de 2023
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Juan Bartra, CEO y Fundador de Propósito y Compromiso
Juan Bartra, CEO y Fundador de Propósito y Compromiso
  • ¿Cómo define el neuroliderazgo y en qué medida puede ser beneficioso en entornos caracterizados por la incertidumbre y el cambio constante?

 Es el conocer uno mismo cómo funciona el cerebro y su interrelación con las emociones y de este modo potenciar nuestra eficacia y bienestar, así como el de los demás, especialmente en entornos complicados. La racionalidad humana es sólo aparente, es sólo una parte de la realidad que vivimos. Los  líderes se mueven y nos mueven a través de  emociones, establecen una conexión emocional profunda con los demás. Están literalmente en sintonía con las personas que les rodean y. crean y alimentan vínculos. La neurociencia ha respaldado científicamente la apertura a este nuevo paradigma del liderazgo y auto-liderazgo

  • ¿A qué se refiere?

A que la neurociencia  ha proporcionado el espaldarazo científico definitivo a cosas y conceptos que de otro modo seguirían  siendo consideradas como palabrería o esoterismo. Por ejemplo ha hecho posible comprobar como el cerebro no es el que gobierna todo nuestro organismo, sino que existen interrelaciones holísticas muy importantes con el corazón e  intestinos o  la respiración que envían más informaciones y más potentes al cerebro que no que reciben de él.

Por ejemplo, ha sido posible comprobar como el estrés continuado y la ansiedad afectan a partes del cerebro como la ínsula que nos inducen  a ser menos sensibles y empáticos. Y cientos de cosas más.

  • ¿Cuáles son las principales habilidades cognitivas y emocionales que un líder debe desarrollar para liderar efectivamente en un entorno de constante cambio?

En estos entornos es fundamental saber /poder controlar adecuadamente las propias emociones y potenciar sentimientos y emociones positivas, creando así buenas conexiones con nosotros mismos y con los demás.
Lidiar y auto- liderarnos con las responsabilidades del  día a día cambiantes y a veces incluso mutantes, biológicamente nos genera un estrés que activa el sistema nervioso simpático liberando adrenalina y cortisona y aparece la desconexión con los demás y con nosotros.. Así pues, todos estamos expuestos a ello. La habilidad de liberarse del estrés continuo y volver a una conexión auténtica y a prestar atención tanto a nosotros mismos como a los demás, a través de experiencias que nos enriquezcan y activen nuestro sistema nervioso parasimpático, es fundamental para  potenciar nuestra creatividad y relaciones positivas y por tanto un cerebro más expansivo.

  • ¿Cómo se puede fomentar el auto-neuroliderazgo entre los miembros de un equipo para que sean más resilientes y adaptables frente a los cambios?

Si no somos conscientes de cómo nos sentimos, ¿cómo podremos estimar el impacto que generan los cambios en nosotros? Por tanto, en primer lugar está el conectar lo más posible con una conciencia plena no sólo de nuestros pensamientos, sino también emocional, sensorial e intuitiva al mismo tiempo que renunciar al control de todo.
Y en segundo lugar es primordial alcanzar una mayor armonía entre pensar, sentir y lo que experimentamos. Para ello podemos por ejemplo meditar, practicar yoga,  jugar, reír o pasear por la naturaleza o visualizar cómo hay eventos del pasado que conectados nos han ayudado a logros más adelante.

  • En situaciones de alta incertidumbre, ¿cómo afecta a la toma de decisiones de los líderes? ¿Qué estrategias pueden ayudar a mejorar la toma de decisiones en estos contextos?

Afecta sobreactivando nuestro sistema empático y estrés y si no hacemos nada generalmente activará la inseguridad y el miedo. En estas circunstancias es comprensible que activar competencias que nos puedan ayudar a la toma de  decisiones ( como la resolución de problemas complejos, flexibilidad o empatía) no es tan fácil para nuestro cerebro y de hecho no le es posible hacerlo operando dominantemente desde lo cognitivo (hemisferio izquierdo).
Especialmente en contextos de alta incertidumbre es necesario activar nuestro hemisferio derecho que está diseñado para recordar cosas relacionando unas con otras y para concentrarse en la imagen general; para él no existe más tiempo que el momento presente, piensa más intuitivamente y ensancha la capacidad para darnos cuenta de asociaciones, perspectivas, detalles, sutilezas y conexiones no aparentes. No se atasca en nuestro pasado, ni tiene miedo de lo que traerá o no el futuro y por tanto nos capacita para surfear en entornos de alta incertidumbre. Para ello son útiles las actividades de la respuesta a la pregunta anterior.

  • En entornos de cambio constante, ¿cómo se pueden aplicar las neurociencias para mejorar la comunicación efectiva y la gestión de equipos?

Ante todo conociendo bien cómo funciona nuestro cerebro, que nuestro cerebro es eminentemente no racional. Entendiendo y practicando que lo que comunicamos es totalmente distinto si estamos empatizando y conectando realmente con los demás (activación de la ínsula) que  si estamos “rumiando” nuestras propias ideas y objetivos sin en realidad escuchar. Existe un subconsciente que maneja mayoritariamente nuestras decisiones, pensamientos y emociones. En la medida en que lo hagamos consciente nuestra comunicación será mucho más objetiva y empática. No hay verdades absolutas. Al cerebro solo le interesa que nuestro cuerpo sobreviva, no le interesa ni la verdad ni la realidad. Es básico que los equipos entiendan esto.

  • ¿Cuáles son las técnicas o prácticas específicas de auto-neuroliderazgo que recomienda para mantener un alto rendimiento en situaciones de estrés y cambio continuo?

Prácticas que activen nuestro sistema nervioso parasimpático. Como por ejemplo la respiración consciente, el ampliar miras y conexión con el propósito. Conectar con actitudes de alta vibración para  tener y mantener una alta energía vital (alta vibración) aumentando así las ondas electromagnéticas que  el corazón  envía al cerebro. Podemos lograrlo con la respiración y visualización. O con el desarrollo de la conexión con las sensaciones fisiológicas. Todo ello propiciará la creación de nuevas conexiones neuronales para alcanzar y mantener alto rendimiento en situaciones de grandes cambios.

  • ¿Cómo pueden los líderes identificar y gestionar eficazmente las emociones negativas en sí mismos y en sus equipos durante períodos de incertidumbre?

La neurociencia constata y nos enseña cómo nos afecta negativamente la inseguridad en las emociones, que es básico tener emociones equilibradas para ser eficaces  y que para ello podemos activar emociones de alta vibración con actitudes como la gratitud, la autenticidad, la integridad, la bondad, la valentía... Respirar y visualizar estas actitudes hace la diferencia.

  • ¿Qué papel juegan la inteligencia emocional y la empatía en el neuroliderazgo, especialmente cuando se enfrenta a la incertidumbre y la volatilidad en el entorno empresarial?

La neurociencia ha demostrado que en estos entornos las emociones y relaciones positivas y la empatía aquietan la actividad del lóbulo prefrontal derecho asociado a estados de ánimo más negativos y activan zonas del cerebro prefrontal izquierdo y sus redes neuronales vinculadas con la satisfacción y el bienestar. Con inteligencia emocional y empatía tendremos un cerebro más expansivo, feliz y creativo que no con un cerebro esforzado.

  • En el ámbito del auto-neuroliderazgo, ¿cuáles son las prácticas recomendadas para cultivar la autenticidad y la autorreflexión en los líderes en un mundo empresarial en constante evolución?

La receta podría ser algo como esto: El pasar del hacer y tener al ser. Practicando la no identificación, la aceptación y el no juicio Y practicar y practicar el intentar no ser reactivos, no reaccionar como autómatas, como siempre hemos hecho. Observar, respirar, sentir más.

Encontrarnos con nosotros mismos para identificar la dirección deseada y el sentido del cambio.