Pilar Pasamontes

La influencia de las tendencias de moda en el sector beauty

Directora Científica Área de Moda IED Barcelona
12 de Junio de 2023
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Desde los inicios del fenómeno moda tal y como lo entendemos ahora con la irrupción de Coco Chanel, el sector beauty -en especial, el del perfume- y la industria de la moda han estado íntimamente ligados. Los Wertheimer, propietarios de Chanel desde 1939, entendieron rápidamente la oportunidad de negocio que suponía el universo de las fragancias. Mientras que una prenda de alta costura tiene un elevado coste haciendo que sea accesible para tan solo una parte muy pequeña de la población, por poco más de 60 euros es posible adquirir un perfume de una marca de lujo como regalo para una ocasión especial. De esta manera, las fragancias llevan años siendo la principal fuente de ingresos y sustento de casas como Dior, Dolce & Gabbana o Gucci, entre otras.

Más allá del perfume, además, todas estas grandes marcas cuentan con infinidad de productos en el sector beauty: barras de labios, sombras de ojos, coloretes… Y es que la relación coste de producción y precio de venta de los cosméticos resulta de lo más atractiva. Cuando adquirimos una base de maquillaje o un corrector de brillos, no estamos pagando únicamente lo que cuesta fabricar este producto. En realidad, las materias primas, la energía, la mano de obra, el envasado o el transporte necesarios para su producción tienen un coste relativamente bajo. Lo que encarece el precio final son toda una serie de valores intangibles asociados a la marca: exclusividad, prestigio, glamour. Una percepción de lujo por la que, nuevamente, el ciudadano de a pie está dispuesto a pagar, contribuyendo así a mantener a flote el negocio de la alta costura.

¿Quién decide lo que se va a llevar?

Ante una relación tan estrecha, la línea que separa quién impone las tendencias sobre quién es muy fina, si bien es cierto que, tras un gran desfile, es el sector beauty quien traslada al consumidor los maquillajes que se han visto sobre la pasarela. Grandes maquilladoras como Pat McGrath, por ejemplo, replican sus propias creaciones a través de su marca, un proceso que repiten, después, las secciones beauty de las mismas casas de moda que han desfilado. A continuación, las grandes casas de cosmética de gran consumo como Mac, Bobbi Brown o Nars se hacen eco de esa tendencia y la hacen llegar masivamente a la población general.

¿Y qué es lo que transmiten? Hace unos años, por ejemplo, se llevaban los ojos negros, los piercings o los tatuajes. Estos últimos los puso de moda Jean Paul Gaultier en los años 90. Ahora, nos parecen de lo más cool y ya no nos sorprende verlos. Pero no olvidemos que hubo un tiempo no tan lejano en que ir tatuado era sinónimo de ser un maleante y si llegabas a casa con uno, tu padre te ponía de patitas en la calle.

Si saltamos a 2023, veremos que la última tendencia en moda y cosmética son las uñas postizas kilométricas y con incrustaciones de pedrería, las cejas muy especiales y los labios gruesos (casi recauchutados) y con mucho brillo. Un look que bebe de y a la vez se amplifica en las redes sociales, donde las influencers y los filtros se han vuelto tiranía creando rostros que parecen auténticas fotocopias en apología de la vulgaridad absoluta.

La Inteligencia Artificial y las caras clonadas tipo cyborg son otra muestra de lo que se lleva ahora y que, lamentablemente, nos están haciendo perder nuestra singularidad.

Para todos los públicos

Pero, como en todo en la vida, también hay una parte positiva en esta tendencia hacia la uniformidad: ha posibilitado la “democratización” de la moda y la cosmética. La actual oferta masiva de fragancias, maquillajes y prendas “de diseño” a precios asequibles (¡Que viva el duty free en los aeropuertos y que vivan los supermercados!) ha permitido a una gran cantidad de personas vestirse, perfumarse y maquillarse dignamente. Y como decíamos al principio, sin estos consumidores, la moda no habría podido perdurar por una simple cuestión numérica. ¿Cuántos de nosotros podemos aspirar a entrar en el selecto club de la Haute Couture?

Una vez alcanzado este hito, las archiconocidas marcas de fast fashion vuelven a dar un giro de 180º. Ante el cansancio de una parte de la población frente a esta homogeneización (todo el mundo ya tiene su básico de armario), se han lanzado a diversificar su oferta con la personalización de productos y el lanzamiento de líneas premium destinadas a esa audiencia con mayor poder adquisitivo y ganas de recuperar exclusividad.

Sea como fuere, moda y beauty, beauty y moda son inseparables. Se buscan, se conectan y se retroalimentan. Como las eternas dos caras de la misma moneda.

Sobre el autor
Pilar Pasamontes

Pilar Pasamontes

Directora Científica Área de Moda IED Barcelona

Licenciada en Derecho y Relaciones Públicas por la Universidad Central de Barcelona, es historiadora de la moda del S.XX y diseñadora y productora de colecciones de complementos. Colaboradora y periodista en medios nacionales, es jurado de premios estatales de moda y complementos, así como conferenciante en eventos y universidades. Su visión estratégica y relación con el sector de la moda, la sitúan como una pieza clave de la escuela de Moda del IED Barcelona.
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