Si hay un producto en el mercado que suele atraernos más por su packaging y por su presentación que, por el reconocimiento exhaustivo de sus componentes y características, son los productos de belleza. Dichos productos deben cumplir una doble función: combinar a la perfección información técnica de producto con la función puramente comercial, atraer miradas, crear la necesidad y convencer.

Si bien es verdad, el consumidor es cada vez más conocedor de los componentes, de las indicaciones de los agentes activos, por lo tanto, más exigente. Y eso debemos tenerlo en cuenta.

El packaging del sector de la belleza necesita reinventarse constantemente, así como un mensaje atractivo y convincente, necesita la búsqueda permanente de nuevos materiales, una tipografía acorde, que responda a la calidad del producto… Necesitan de una libertad creativa.

Alrededor del 82% de las decisiones de compra se toman en el punto de venta. El diseño y el marketing son dos grandes áreas unidas entre sí. Un buen diseño distingue a las marcas y hace que los productos cosméticos destaquen entre la multitud, infundiendo una determinada percepción en la mente de los consumidores. Las marcas cumplen los criterios para crear una impresión duradera y puedan dominar el mercado a escala mundial.

El color, la forma, las imágenes, el material, la tipografía, etc., son elementos importantes en la marca.

Antes de lanzar cualquier cosmético al mercado, se le da un nombre, una identidad para que pueda distinguirse fácilmente de los productos de la competencia. Así, las empresas crean una marca para persuadir a los consumidores. Una marca es un nombre, un símbolo o atributo que caracteriza e identifica al producto o servicio. Es el atractivo más valioso y tiene el poder de atraer y mantener la fidelidad de los consumidores de la marca. Los clientes se identifican ya que relacionan con sus preferencias personales –creación de vínculos–. Una marca solo puede existir si comunica, y una de las vías más eficaces de comunicar son el diseño y la publicidad.

PROCESO DE BRANDING – poder de las marcas DIFERENCIACIÓN

PROCESO DE PERCEPCIÓN – identificación del mensaje IDENTIDAD

No basta con tener un producto excelente si no tiene una marca fuerte. Dar a conocerlo en el mercado y encajarlo en la mente de los consumidores es un proceso largo y requiere de una estrategia.

Durante años el marketing se ha centrado en luchar por un único puesto: TOP OF MIND. Sin embargo, a diferencia del top of mind, el usuario tiene un espacio humano y sentimental que ocupa parte de sí mismo que debemos conseguir: TOP OF HEART. Cuando una marca ha ganado lugar en el corazón del cliente, difícilmente podrá ser reemplazada.

IMPRESIÓN – INTERACCIÓN – CONEXIÓN – COMPROMISO

De esta manera, debemos crear una propuesta de valor enfocada a los insights del consumidor, construir una experiencia de marca sólida, escuchar y dialogar.

Un producto es lo que vendes, una marca es la imagen percibida del producto que vendes y el branding es la estrategia para crear esa imagen. A medida que la expresión emocional de los productos y los servicios cobra mayor importancia para los consumidores, el diseño emerge con una ventaja competitiva estratégica para muchas empresas. Es, en definitiva, una inequívoca fuente de diferenciación y, al mismo tiempo, un elemento clave para la gestión de la marca.

La gestión del diseño es un proceso holístico de creación y de toma de decisiones que mejora las decisiones estratégicas en la medida que se combina con otras funciones empresariales. La creatividad es necesaria para la creación de conceptos originales y debe acompañar todo el proceso de desarrollo de producto o servicio. La calidad resultante del diseño importa.

La estrategia del diseño puede ser creativa para conseguir una marca diferenciada, mientas que los recursos del diseño deben ser gestionados y adaptados de acuerdo con la estrategia de diseño; la coordinación es clave. La gestión del diseño es la gestión de la consistencia y de la coherencia.

DISEÑAR ES SABER HACER (forma parte del mismo proceso)