Mucho se habla y se hablará del futuro de nuestro planeta. Se habla del efecto invernadero y la huella de carbono, se habla de materiales y materias biodegradables, que no se acumulen en el sub-suelo o en los mares, de microplásticos, de reciclado o de refills, de circularidad, de suministro responsable, de comercio justo, etc. Cuanto más se profundiza en todos ellos nos damos cuenta de que no son conceptos aislados.
No podemos centrarnos en uno de ellos y pretender que lo hacemos bien porque la ecología es un montón de elementos que se influyen unos a otros, como en un gran castillo de naipes. Hemos visto como grandes empresas publicitan sus certificaciones mientras siguen fundamentalmente produciendo de la misma manera, el famoso llamado Green Washing. Y es que transformar nuestras empresas en ecológicas nos va a obligar a cambiarlo todo.
Recientemente he estado en la Bretaña visitando una empresa pionera en sostenibilidad. En tierras de Asterix y Obélix, hay una empresa de materia prima para cosmética muy especial. Ellos ya hace tiempo que tratan sus aguas con jardines y que únicamente consumen energía renovable. Hace tiempo que para producir sus materias primas estudian la mejor manera para no impactar en el ecosistema, y así desarrollan recolección responsable si la materia es abundante y si no, desarrollan cultivos biosostenibles. Si en el proyecto de desarrollo de una nueva materia se dan cuenta de que no se puede fabricar sin impactar en el entorno, sencillamente no siguen con él. Ellos trabajan con productores locales para minimizar al máximo la huella de carbono derivada del transporte y establecen con ellos auténticos acuerdos de colaboración y precios justos en los que todos, incluido el ecosistema, ganan.
Hoy su preocupación por la sostenibilidad ha descendido a todas las personas que trabajan en la empresa, desde I+D que se preocupa por reducir el consumo de plástico a mantenimiento que piensa en plantar más árboles y mejorar la biodiversidad del entorno. Es imposible que explique en este artículo la cantidad de actuaciones grandes y pequeñas que toda la plantilla ha desarrollado para mejorar la sostenibilidad de la empresa. Lo importante es la gran eficacia que tienen todos trabajando en la misma dirección.
Es precisamente este espíritu de preocupación y búsqueda por parte de todos, lo que me ha impresionado profundamente. Queda claro que es y será necesario el trabajo conjunto de todos los implicados, cada uno con su conocimiento y su responsabilidad, trabajando día a día, sopesando propuestas y poniéndolas en práctica con consenso. Estoy segura de que esa forma de hacer las cosas nos llevará a un mundo sostenible de verdad.
Esa empresa se llama CODIF y no es extraño que hayan conseguido por quinto año consecutivo la medalla de oro de Ecovadis. Han logrado resultados excelentes en todas las categorías evaluadas, particularmente en la categoría de Medio Ambiente. Estos resultados los sitúan entre el 3% de los mejores proveedores calificados por EcoVadis.
Se necesita mucha energía para poner en marcha todos estos procesos y también valentía para invertir y apoyar el cambio, por suerte nada de eso les falta a esos irreductibles galos de Codif.