El universo beauty tiene un nuevo foco de conflicto. Coty ha demandado a Kering y Gucci por un conflicto de licencia que podría redefinir el mapa del lujo cosmético global. Según adelantó Global Cosmetics News, la filial suiza de Coty, presentó una demanda ante un tribunal comercial del Reino Unido contra Gucci America Inc., y Kering. El motivo: la inminente pérdida del contrato de licencia para las fragancias y productos de belleza de Gucci, que pasará a manos de L’Oréal en 2028, tras el acuerdo anunciado en octubre que garantiza a la francesa la gestión exclusiva de esa línea por los próximos 50 años.
Coty ha asegurado que defenderá sus derechos “hasta el último día del contrato”, mientras que Kering niega las acusaciones y tilda la demanda de “infundada”. Pero más allá del litigio, el trasfondo deja ver algo más profundo: el final de una era en la que las casas de moda cedían su territorio beauty a terceros, y el comienzo de una etapa de reconquista estratégica.
Business of Fashion pone el acento en la vulnerabilidad de Coty ante la pérdida de una de sus licencias más rentable, lla línea Gucci le reporta entre 500 y 600 millones de dólares anuales, y advierte que la compañía se enfrenta a un futuro incierto si no acelera su reinvención. Modaes España añade que Coty ya experimentó una caída del 6 % en sus ingresos trimestrales, reflejo de la tensión que genera la cuenta atrás hacia 2028. Desde BeautyMatter van un paso más allá y plantean si este episodio podría comprometer la independencia a largo plazo del grupo, dada su dependencia de contratos de licencia y un mercado cada vez más competitivo.
En el centro de esta historia hay una cuestión de poder y control. Kering, propietario de Gucci, ha mostrado en los últimos meses su intención de centralizar la gestión de belleza y perfumería bajo su paraguas, un movimiento que recuerda al de otros gigantes como Chanel o Dior. Con el acuerdo con L’Oréal, valorado en torno a 4.600 millones de euros según Reuters, el grupo francés refuerza su dominio en el segmento del lujo y deja a Coty fuera de un juego que había sabido jugar durante décadas.
Este pulso no va solo de contratos: es un cambio de modelo. Las grandes marcas de moda están dejando atrás las licencias como fórmula de expansión y apostando por estructuras integradas que aseguren coherencia estética, narrativa y, especialmente, márgenes. Para Coty, el desafío será reinventar su storytelling sin uno de sus pilares más icónicos. Para Kering y L’Oréal, la oportunidad es consolidar una nueva era donde la belleza no se licencia, se posee.
Este litigio no es solo un enfrentamiento judicial: es el reflejo de un cambio tectónico en la industria del lujo y la belleza, donde el control de la marca es el verdadero objeto de deseo.