Inteligencia artificial y análisis de ciclo de vida: el nuevo estándar sostenible en cosmética

Cada vez son más las marcas cosméticas que asumen que la sostenibilidad no puede quedarse en la superficie. Hoy, más allá de los reclamos "eco" o "naturales", la verdadera transformación pasa por entender a fondo cómo impacta cada producto en el planeta, desde la extracción de materias primas hasta el momento en que se desecha su envase. Y es ahí donde el análisis de ciclo de vida (ACV) se ha convertido en una herramienta imprescindible.Pero el ACV tradicionalmente ha sido complejo, lento y costoso. Requiere recolectar datos de toda la cadena de valor, hacer cálculos precisos, consultar bases de datos y traducir todo eso en información útil. Algo que, hasta hace poco, solo estaba al alcance de grandes compañías o de consultoras especializadas. La buena noticia es que eso está cambiando. La combinación entre ACV e inteligencia artificial está abriendo una nueva etapa: más ágil, más accesible y mucho más potente para quienes diseñan, producen y comercializan productos cosméticos.Del diagnóstico al diseño: lo que el ACV revelaEl ACV permite identificar con datos reales dónde están los puntos críticos de impacto de un producto. En cosmética, a menudo hay sorpresas: el mayor impacto no siempre está en los ingredientes, sino en fases como el uso (por ejemplo, cuando el consumidor se enjuaga el producto con agua caliente) o el packaging (por volumen, tipo de material o dificultad de reciclaje).Entender esto permite actuar con foco. Si el uso genera la mayor parte del impacto, ¿por qué no innovar en formatos sólidos que requieran menos agua o en formulaciones que maximicen el rendimiento y minimicen el desperdicio? Si el envase representa un tercio de las emisiones, ¿cómo rediseñarlo para que pese menos, sea recargable o elimine componentes innecesarios? El ACV no solo informa: inspira nuevas soluciones.IA: el acelerador que necesita la sostenibilidadHasta hace poco, hacer un ACV completo podía llevar semanas o meses, y costar miles de euros. Hoy, gracias a herramientas basadas en inteligencia artificial, muchas de esas tareas se pueden automatizar. Existen plataformas capaces de conectar datos de ingredientes, procesos, transporte y fin de vida del producto, y generar en pocos días informes completos de huella ambiental. Lo que antes era un proyecto puntual, ahora puede integrarse como parte del día a día del desarrollo de producto.Este avance está permitiendo que marcas medianas o con portfolios amplios puedan incorporar el ACV a escala, sin depender de largos procesos externos. Se vuelve posible comparar versiones de un mismo producto, simular el impacto de un cambio de envase o incluso establecer objetivos de reducción de emisiones basados en datos reales, no en estimaciones.Pero no se trata solo de velocidad o eficiencia. La IA también está ayudando a hacer el ACV más preciso, más actualizado y más accionable. Y sobre todo, más conectado con las decisiones que se toman en formulación, packaging o compras. Ya no se trata de medir por medir: se trata de medir para diseñar mejor.De la fórmula al impacto: sostenibilidad desde el I+DLa inteligencia artificial también está entrando en los laboratorios. Algunos desarrollos recientes están permitiendo acelerar el diseño de fórmulas sostenibles, analizando miles de combinaciones posibles en busca de alternativas con menor huella ambiental, mejores perfiles de biodegradabilidad o mayor eficiencia con fórmulas optimizadas. Esto permite a los equipos de I+D incorporar criterios de sostenibilidad desde la primera fase del desarrollo, en lugar de ajustarlos al final del proceso.Y no solo se aplica a fórmulas. También están emergiendo soluciones que permiten optimizar materiales de envase, modelar escenarios logísticos o analizar la huella de un producto teniendo en cuenta datos dinámicos (por ejemplo, cómo cambia el impacto si se vende en mercados distintos). El objetivo no es solo tener un dato final, sino comprender mejor el sistema completo en el que ese producto existe.Transparencia que construye confianzaA medida que la tecnología permite medir mejor, también se abre una oportunidad para comunicar con más claridad. No se trata de añadir más etiquetas, sino de poder contar una historia que tenga respaldo. Saber, por ejemplo, que un envase ahorra un 30% de emisiones respecto al anterior, o que una nueva fórmula evita X litros de agua por uso, no es solo un dato: es una forma de conectar con un consumidor más informado y más exigente.Este nivel de transparencia también fortalece las relaciones B2B. Los distribuidores, minoristas y partners valoran cada vez más contar con información objetiva sobre el impacto ambiental de los productos que comercializan. Medir bien, y poder demostrarlo, se convierte así en una ventaja competitiva que refuerza la propuesta de valor de la marca.Un nuevo estándar para el sectorIntegrar IA y ACV no es una moda ni una tecnología puntual. Es el comienzo de una nueva forma de trabajar. Una en la que la sostenibilidad no es una capa añadida al final del proceso, sino una palanca de diseño, innovación y diferenciación desde el inicio. Una en la que medir se convierte en una forma de mejorar.A medio plazo, es probable que esta forma de operar se convierta en el estándar. No solo por una cuestión de responsabilidad, sino porque es también una vía hacia la eficiencia, la coherencia y la construcción de marcas sólidas y confiables. El sector cosmético tiene en sus manos el poder de liderar esta transformación. Con creatividad, rigor y herramientas inteligentes, el impacto positivo puede ser tan visible como los resultados que promete. Porque esa es, sin duda, la nueva forma de entender la belleza.

Inteligencia artificial y análisis de ciclo de vida: el nuevo estándar sostenible en cosmética

Más allá de los reclamos “eco” o “naturales”, la verdadera transformación pasa por entender a fondo cómo impacta cada producto en el planeta

Sébastien Borreani

CEO and Co-Founder devera.ai